miércoles, 4 de marzo de 2009

Crónicas de un viaje (III)


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El número de miembros de esta expedición continuaba en ascenso. La tarde anterior se habían incorporado las Marinas. Llegaron directas desde Málaga con sucesos curiosos sobre su vuelo –y galletas Príncipe para compartir-.

Una vez más, nos sorprendimos con un día ausente de lluvia, y la oportunidad de disfrutar de una ruta a pie.
La mañana la dedicaríamos a conocer el Londres Real. Partiendo desde Cromwell Road nos dirigimos hacia el Buckingham Palace, pasando por el Museo de Historia Natural, el Harrods, Hyde Park y St. James Park.
La guardia de palacio más parecía un espectáculo de bufones que oficiales responsables de la seguridad de la Corte. Me pregunto cuánto debe cobrar la guardia real por ser objeto de burla de los turistas…
La realidad es que la escena de todo aquello era espectacular y grandiosa; aunque no llego a entender demasiado bien el por qué de tanta opulencia. Apuesto a que la reina no disfruta ni de la mitad de las estancias del mayestático palacio. Soy demasiado discreta en ese sentido, tanta ostentación me abruma.


Continuando nuestro recorrido por la zona fuimos protagonistas de divertidas anécdotas. No todos pueden alardear de haber arrojado desperdicios en la basura de la casa del propio Gordon Brown (Marina lo hizo, y este hecho le ha marcado de por vida).
Llegamos hasta la Abadía, el Big Ben y el Parlamento. Desde allí tomamos un metro rumbo a Notting Hill.




Portobello Road es una calle plagada de comercios y turistas ávidos de comprar. Para nosotros, aquella zona se convirtió en punto de encuentro, casual y concertado.
Allí fue donde, cámara en mano, JE se unió a nuestro particular grupo de “andaluces por Londres”. Minutos más tarde llegaría el esperado reencuentro con Carlos, de quien nos complació comprobar que el paso de los años había mantenido inalterable.
Camisetas, sombreros, pasteles. Todo ello fueron adquisiciones del momento.
La tarde de aquel sábado resultó verdaderamente provechosa. Paseo por Tottenham Rd, Regent Street y visita a Hamleys –maravillosa juguetería de cinco plantas!!-.
Llegó la hora de cenar. Quizá, uno de los mejores momentos del día. Nuestra incesante búsqueda de un buffet vegetariano nos condujo hasta la despensa de un restaurante chino. Comimos hasta la saciedad, compartiendo habitáculo con la cocinera y un entretenido camarero que se disculpaba por su limitado inglés. Hay que vivirlo para llegar a entender la experiencia.
De aquella ocasión existen imágenes que, tarde o temprano, podrán ver en sus pantallas.

1 comentario:

  1. por fin lo consigo, ni en internet explorer, ni en firefox, ha sido en chrome el navegador de google!!

    No quiero que mi comentario carezca de emotividad, pero la alegria que siento por poder dejar aqui una reseña mia,... uf ha costado.

    Me gustan muchos tus post!! y joe mas de una ve me hubiera gustado vivirlo con vosotras!!
    un beso

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