viernes, 22 de agosto de 2014

A Tere (La Respuesta)

Leo y releo tus palabras... No imaginas la complejidad a la que me enfrento. ¡Ojalá pudiera igualmente expresar con tanta claridad lo que siento!

Sí, yo también me sigo emocionando, aún continúo siendo de "lágrima fácil", y me sigo encariñando con cualquier animalito de la calle. Enfadarme, me enfado menos. Quizá no he alcanzado con nadie la confianza suficiente como para hacerlo. Sigo pasando demasiado tiempo frente al espejo, y me he aficionado a las infusiones hasta límites insospechados... "tó se pega" :)

Entiendo tu vértigo e incertidumbre. Apenas acabo de pasar por ello. Confieso que aún hoy continúo con esa misma sensación. Si alguna vez te fueron de utilidad mis consejos, en esta ocasión te diría que vivas y aproveches con intensidad y máximo entusiasmo estos últimos meses de formación tutelada. Nunca se acaba de estudiar y aprender, pero los días que dejas como residente sólo pasan una vez; ¡disfrútalos!.
También te sugiero que trabajes con constancia y plena entrega a tus pacientes. Jamás te desilusiones, y no dejes de escuchar y acompañar.
Cultiva tu capacidad de crítica y razonamiento. Sé perseverante, tolerante y -ante todo- optimista.
Entre otras cosas, en estos meses, estoy tomando conciencia del significado de la auténtica vocación. Ser médico es mucho más que un trabajo o una dedicación. Es un estilo de vida.

Por aquí ya sabes, todo marcha bien. Naufrago en una alternancia de calma y ajetreo laboral. Hay tiempo para todo, incluso para la soledad.
Son muchas las cosas que se echan de menos, las conversaciones, los recuerdos.
De cuando en cuando recibo noticias de la gente. Siempre se agradece esa cercanía; sentirse próximo aun en la distancia. 
A papá y a mamá diles que sí, que como y duermo lo necesario para sobrevivir, que no viajo sola y que siempre me acompañan de regreso a casa. A Jose también lo extraño, mucho, su ingenioso humor y hasta su temperamento. Cuídame a Hermes, procúrale tranquilidad y sed permisivos con él, que también se lo merece. Se echa en falta su compañía. 

Me voy despidiendo, que es hora de dormir. Con esto del cambio horario a ti te quedará poco para despertar. Sigue insistiendo, fantaseando, viajando, enamorándote y charloteando. 
¡Que tengas un buen día!*


viernes, 8 de agosto de 2014

Vidas

A veces, la realidad que vives es lo suficientemente irracional como para no tener tiempo de percatarse de nada más.
Hacía un mes que no encendía el televisor -y quizá hubiese sido mejor no hacerlo nunca-. 
El telediario mostraba aquellas imágenes, llenas de sufrimiento, crueldad y dolor. Enfrentamientos entre iguales por un pedazo de tierra. Desolación, ruinas, masacre... Se me hacía imposible concebir tanto caos desatado en semanas. Y de un drama a más muerte. Ahora tocaba el turno de unos aviones accidentados: el primero, víctima de otro conflicto político. Vidas llenas de ciencia y progreso, de ilusiones y esperanzas... al fin y al cabo, vidas. Por si la atrocidad humana fuera poco, la naturaleza también se rebela: derrumbes de casas, deslizamientos de tierra, derribo de aviones, regiones anegadas. Vuelta al desastre y la catástrofe. En esta ocasión, el azote a un continente ya de por sí mermado, pobre y olvidado. Parece que la desgracia siempre se cebe con los más desasistidos. El ébola no entiende de razas ni naciones, y la ayuda humanitaria se antoja insuficiente para paliar -una vez más- tanto horror y tanto miedo.

Desde el otro lado del mundo, hay quien se preocupa en criticar la repatriación de un enfermo o en agendar reuniones para discutir el crecimiento económico de su país. Los hay quienes se permiten el lujo de confesarse ladrones y corruptos, y de presumir de sus delitos fiscales.

Aquí, muchos permanecerán ajenos a estas realidades; ya tienen las suyas propias que contar. Son ancianos que mendigan en las calles, pequeños "aparcacoches" que reclaman unos pesos para llevar a casa, madres lactantes que duermen en las aceras... Mafia, corrupción. Calzadas atestadas de basura y escombros. Transportes públicos precarios, y altas tasas de mortalidad por accidentes de tránsito. Desapariciones, violaciones, ajustes de cuentas. Son lugares donde la vida pierde su valor; pero eso -probablemente- a nadie le importe.