domingo, 2 de octubre de 2011

Camino a Santiago: experiencia de vida

Caminar. Compartir.
Conocer. Conversar.
Superarse. Vivir.

Sólo cuando emprendes el camino comienza la incertidumbre de hacia dónde te dirigen tus pasos. Una travesía en la que cada jornada se presenta con nuevos obstáculos y retos; inclemencias del tiempo, desafíos del terreno.

Se trata de ir ligero de equipaje; ya encontrarás todo lo que precises a lo largo del trayecto.

Caminar es mucho más que andar. Nadie aseguró que fuese fácil.

A lo largo del Camino redescubres inquietudes latentes, aquéllas que un día fueron importante motivación en tu vida. Aprendes de la gente que te acompaña, de los que se cruzan de manera ocasional y de quienes comparten contigo gran parte del recorrido. Todos con diferentes incentivos y un mismo destino.


El camino se convierte en tu modo de vida. Consigues anteponerte a las adversidades, comprendiendo –y experimentando- que la voluntad se hace fuerte frente a la debilidad del propio cuerpo.

Encuentras alivio y recompensa en el apoyo de los demás. Es él, el peregrino, quien te alienta a continuar.

Existen momentos de abatimiento y tentaciones de retroceso, pero aún en la soledad percibes el amparo y la compañía de la gente.

Es también una oportunidad para descubrir la belleza de los paisajes, dejarse llevar por el verdor de los prados, el susurro del agua, el canto de las aves, la curiosa atención del ganado vacuno.

Conversas solo o en compañía, sin distinción de sexo, edad o procedencia; y te enriqueces de otras culturas y hábitos de vida.

Conoces gente, mucha gente, con la que compartes palabras, sueños y miradas. Gente de profunda fe y firmes creencias. Personas que te llegan de un modo u otro, y tienes la certeza de que están pasando a formar parte de la historia de tu vida.

Es tiempo para pensar, sorprenderse, recapitular. Darse cuenta de las propias limitaciones y expresar tu admiración por la fortaleza y voluntad ajenas.

Cada etapa es una nueva oportunidad de aprendizaje y cambio.

Y en un determinado momento de la ruta, te encuentras en mitad de la Plaza del Obradoiro, frente a una catedral esculpida en piedra y fascinada ante la espectacular escena que se presenta. Santiago se convierte entonces en el punto de partida.