miércoles, 16 de septiembre de 2009

De Guardia


Pues sí, me gustan las guardias; aunque pensar en ellas a priori pueda incluso provocar cierto estado de ansiedad. Pero una vez te encuentras allí, cara a cara con el paciente; la experiencia llega a ser hasta divertida.
Anécdotas las hay de todo tipo y colores. Hay quienes acuden a Urgencias por rutina, y ya son conocidas por todos en el servicio -el día que falten nos preocuparemos-. Otros esperan hasta el límite de sus posibilidades para solicitar ayuda médica. Y están los que asisten en lugar de pedir cita en su Centro de Salud de referencia.
Desde urticarias hasta ACVs es lo que estoy viendo en mis turnos; pasando por dolores torácicos, oclusiones intestinales, intentos de autolisis, pacientes oncológicos y traumatismos varios.
Suturas, tactos rectales, artrocentesis, exploraciones neurológicas... ¡¡Hasta de psiquiatra hay que ejercer a veces!!
Algunos precisan pasar varias horas en observación, y creo que mejoran de aburrimiento.
A Dios gracias, no todo paciente que llega está realmente malico -pese a que cada cual considera su situación de extrema gravedad-.
No nos engañemos, nos gustan las Urgencias tranquilas; pero es verdad que un "goteo" continuo de pacientes hace mucho más llevadera la guardia.
Cada enfermo requiere su tiempo, y de eso he llegado a darme cuenta hace relativamente poco. Ver el casillero lleno de personas a las que asistir llegaba a estresarme (recuerdo alguna guardia en la que pasé de médico a paciente)... Ahora disfruto de cada caso como si fuera -realmente lo es- único. ¡¡Es un gran entrenamiento éste!!
No todo es fácil dentro de los boxes, pero hay muchas oportunidades para disfrutar y conseguir robar sonrisas a quien parece que nunca sonrió.
Algunos agradecen en exceso el trato recibido, y sólo les falta besarte la mano al salir.
Me reconforta comprobar que, efectivamente, la relación médico-paciente ejerce un papel fundamental en la situación clínica del enfermo.

Que una guardia sea o no buena depende mucho del equipo con el que se trabaje. En general, estoy teniendo una gran suerte al respecto, porque los compañeros que tengo son estupendos en ese sentido.

En Urgencias se estabiliza y se palía. Poco es lo que se diagnostica. Identificar la naturaleza o causa de una enfermedad requiere estudio... y tiempo. Aún hay gente que no entiende esto, y se obstina en exigir pruebas y exploraciones que quedan fuera de nuestro alcance.

Las guardias de fin de semana apetecen bastante menos. No obstante, hay que hacerlas.
Quizá ahora que llega el otoño importe menos pasar un día completo bajo la luz artificial de una sala de hospital. Pensando en positivo, suponen 24 apasionantes horas de aprendizaje e interrogantes... Nunca sabes lo que está por llegar -¡como la vida misma!-.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Cuarto de Siglo

Se han cumplido 25 años desde aquella tarde de Septiembre.
Han pasado cinco lustros de sueños, familia, estudios, amigos, viajes...
He crecido rodeada de animales; explorando nuevos rincones en el patio del colegio.

He sido princesa y guerrera. Patinadora. Pintora y poeta.
Una niña tímida y de escasas palabras. Siempre pícara; y en ocasiones, descarada.
He cuidado de mis hermanos con ternura y disciplina. Compartimos juegos y disputas, ingenio y fantasías.
Lloré por "mal de amores" y aprendí a reirme de mí misma; y de la vida.

He celebrado victorias y he asimilado mis derrotas.
Ahora, lejos de casa, me doy cuenta de que nunca estuve sola.
Siempre me rodeé de grandes personas, amigos incomparables, sabios maestros.

Y es que un Cuarto de Siglo da para mucho...

¡¡Muchas gracias, de corazón, a todos cuantos me acompañaron -me acompañan- en este viaje!!
¡¡Muchas gracias por formar parte de mi historia!!
* Y ya que estoy de Cumpleaños, me dedico una canción ^+^

Niña que baila. Jesús Garriga

“Dibujando un corazón ¡¡qué regalo!!
Enseñaba su manera de sentir.
Ojos grandes, transparentes, para ver sus muñecos, cuentos, historias, dibujos animados,
la raya de un libro que sólo marcianos que vinieron para verla sonreír.
Me gusta verla entregada a la labor de la enseñanza a alumnos que imaginó.
Manos llenas de tiza y de creyón,
que son diamantes para hacerse collares luminosos y pasear maquillada por la casa pensando que es mayor.

Niña que baila, niña que sueña, niña que mira y todo lo entrega.
Niña que vino pidiendo espacio, niña que juega y cuenta despacio.
Niña que canta, niña que pinta, niña que miente, niña sonrisa.
Niña curiosa, niña perdida, niña que vuela… Ojos de niña.

Cuando crezca seguiré oyendo su voz, como ahora suena cuando canta esta canción.
Seguirá con sus ojos de ilusión.
Niña que baila, que se sienta en la mesa con reparos,
y que nunca le gustan sus zapatos; una chiquilla dibujando un corazón.

Niña que baila, niña que sueña, niña que mira y todo lo entrega.
Niña que vino pidiendo espacio, niña que juega y cuenta despacio.
Niña que canta, niña que pinta, niña que miente, niña sonrisa.
Niña curiosa, niña perdida, niña que vuela… Ojos de niña”.