domingo, 24 de mayo de 2009

"... Y lo llamarás hogar"

Me dejé sorprender. Y me sorprendí. Y me sigo sorprendiendo.
Nunca imaginé que la ciudad pudiera resultarme tan encantadora. Supongo que es la necesidad de sentirme como en casa lo que me hace buscar similitudes entre Murcia y Granada. 

Mi primera semana me ha llenado de entusiasmo en todos los sentidos. Quizá sólo sea la primera impresión, pero está llena de positivismo y satisfacción. 
Murcia es una gran desconocida. Y hay tanto por descubrir allí!!

Con los ojos bien abiertos pateo sus calles, llenas de música y esculturas. Los parques acogen a chiquillos que juegan. Y las terrazas se abren a jóvenes que, entre tintos y cervezas, tratan de paliar su sed. También encontramos bares de tapas.

Podría llamarla "la ciudad del sol". Allí luce con fuerza, y calienta sobremanera el ambiente.

Su gente, estupenda. Acogedora y educada. Es fácil orientarse en un lugar como aquel. Todo es muy asequible.

La experiencia en el nuevo piso no podría ser mejor. Sin tv, internet ni teléfono sobrevivimos las dos Elenas, lidiando contra el tedio y el aislamiento exterior. No hay nada como unas buenas risas antes de ir a la cama. 
La convivencia nos está enseñando mucho: la llave del buzón no abre la puerta del trastero, las latas de maíz se arrojan en el contenedor de los envases... Y la hora de la siesta es sagrada!!

Ahora regreso de nuevo a la huerta murciana.

Allí, poco a poco, trataré de hacerme hueco. Allí, piedra a piedra, construiré mi pequeño rinconcito... y lo llamaré hogar.

viernes, 15 de mayo de 2009

Es nombre italiano

Tras algunos meses de absoluto silencio ocurrió el reencuentro. 
Mis manos se deslizaron a lo largo de su delicado cuerpo, y el fino tacto de los dedos se estremeció al abrazarlo.
Su dulce y fresco sabor dominó cada uno de mis sentidos, haciéndome presa del más puro placer.
Disfruté de aquel paseo como nunca antes lo había hecho. Las calles se abrían a nuestro paso, y los semáforos en rojo parecían querer parar el tiempo a nuestro favor.
El color de la tarde adquirió otro matiz. Su presencia me inspiraba y me infundía un especial entusiasmo.
Mientras saboreaba gratamente cada recoveco de su artesana anatomía, pensaba en lo maravilloso de aquel momento. ¡¡Tanto lo había echado de menos!!
Fundidos en un mar de sensaciones, le hablé de mi partida. Ambos éramos conscientes de ser únicos, exclusivos el uno para el otro.
Me ofreció parte de su corazón -tierno y meloso-; y lo incorporé al mío.
Como reloj que anuncia las doce campanadas, tuvimos que separarnos.

Aquella despedida no sería definitiva. Sabía que, a mi regreso, volvería a encontrarlo; esperando, paciente, como tantas otras veces.

sábado, 9 de mayo de 2009

Las otras "gripes"

Mientras la histeria colectiva se propaga aún más veloz que la propia gripe, el continente africano libra su propia batalla contra diversos frentes.
África, ajena a la alarma social que se ha creado de manera internacional, sigue siendo la gran olvidada.

Entre sus dolencias no cuenta la nueva gripe. Sin embargo, los males que le aquejan son, con diferencia, más dolorosos y mortales.

Desde principios de año, más de 1900 personas han fallecido en el África subsahariana como consecuencia de un brote de meningitis considerada por MSF como la peor epidemia en años. De media, la enfermedad se está cobrando la vida de la mitad de los infectados que no reciben medicación, y a una de cada diez personas tratadas. Equipos de MSF y autoridades sanitarias han puesto en marcha campañas de vacunación y tratamiento a fin de reducir el impacto de la epidemia.

Por otro lado, investigadores del Instituto español Carlos III para la Salud informan del incremento de los casos de cólera en hasta 28 países de este continente, destacando Zimbawe y Zambia por presentar el mayor número de casos registrados desde que se inició la epidemia en agosto de 2008 (91.164 casos, 4.037 de ellos mortales).

Pero los africanos no sólo deben combatir enfermedades infecciosas a las que nadie parece preocupar. También los conflictos armados que asolan estas tierras, -a pesar del silencio de los medios de comunicación-, se cobran diariamente centenares de víctimas y miles de desplazados.

Nada de esto inquieta a nuestro "Primer Mundo", que prefiere permanecer ajeno a tanto sufrimiento y centrar su atención en sí mismo; obcecándose en la preocupación por un contagio que se previene con el uso de mascarillas y medidas higiénicas.