domingo, 29 de enero de 2012

Balance

Sentada en el suelo de su habitación, sobre aquella jarapa de tinte alpujarreño, desatornilla las patas del que fuera en los tres últimos años su escritorio. Una mesa que fue soporte de libros, papeles y cuentos, y que no volverá a serle útil en su nuevo domicilio.
Mientras realiza el embalaje de todo lo acumulado en este tiempo, sobrevienen al recuerdo infinidad de momentos vividos en aquel piso. Una casa que se concibió para ser compartida y que, hoy, despide sola.
Fiestas de cumpleaños, cenas entre amigos, visitas esporádicas, e incluso las invitaciones a familiares y conocidos que nunca llegaron a visitarla... Los primeras dudas e incertidumbres de quien comenzaba por vez primera a trabajar. La emoción de sentirse fuera de casa. Los éxitos personales y los encuentros inesperados. Las inquietudes, preguntas y conversaciones de sofá. Los sueños más profundos traducidos en una abrumadora realidad. Todo ello fluye y se difunde por cada rincón, impregna las paredes y se concentra en el ambiente.
Pero ha llegado, nuevamente, el momento del cambio. Vuelve a encontrarse de mudanza, ahora en el sentido más estricto de la palabra. Cajas repletas de cuadernos, ornamentos y enseres ocupan su dormitorio. Ha decidido prescindir de lo innecesario, ir ligera de equipaje, dejar hueco a las nuevas cosas que vayan aconteciendo.
Al tiempo que repasa y se organiza para el traslado, recuerda la película de la pasada noche. La misma que había visto por última vez hacía más de 10 años y que -en esta ocasión-  le había supuesto un reencuentro con los fantasmas del pasado. La vida, la muerte, la búsqueda... Pese a los desencuentros y falsas impresiones que había experimentado, era plenamente consciente de las oportunidades que se le brindaban cada día. Tenía un nuevo hogar, y en él seguiría construyendo parte de su persona y su vida.


Recostada en el sofá, sintoniza la radio en que suena una de las canciones de moda en los últimos meses. Cierra los ojos y se deja llevar, evocando una de las frases con la que se quedó dormida la madrugada  pasada: "no te cierres, nunca se sabe; quizá caiga una estrella".



2 comentarios:

  1. Has hecho del mundo tu hogar. No todos lo consiguen.
    Disfruta de tu independencia, de la soledad y del encuentro con quienes te quieren.
    Salud y mucha Paz.

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  2. Me propongo no ser como hasta ahora.Si me invitas(y me has invitado ya), voy.O iré.
    Por lo demás, las despedidas tienen eso...Me lo irás a decir a mí, que si de algo tengo experiencia en la vida es de "despedidas".
    Un besico: España

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