domingo, 1 de mayo de 2011

Camino de Aragón

Todo gran viaje merece ser relatado. Ésta es la historia de nuestras andanzas por tierras aragonesas. Cuatro días, tres ciudades y un pueblo.

Día 1: La partida y el reencuentro.
El inicio de la travesía estuvo empañado por miles de litros de agua. A medida que avanzábamos hacia el norte, el tiempo empezaba a clarear. Recorrimos cientos de kilómetros, paramos hasta en cuatro ocasiones, pasamos dos veces por los mismos lugares...
Bajo el amparo de un GPS que más que orientar se empecinaba en prolongar nuestro viaje, por fin llegamos a Zaragoza.
El hotel, en pleno centro de la ciudad, no dejaba de ser un sitio peculiar. A sus puertas, un tuerto y un mellado tatuado. Alucinación conjunta de unos personajes que jamás volvimos a ver ¬¬
Tras un breve descanso, y el pertinente reencuentro con dos oriundas de la región, salimos a patear las calles, a dedicarnos al buen tapeo aragonés y a echarnos unas risas en una cena rodeados de Drag Queens.

Día 2: El Monasterio.
Aquel lugar es, sin duda, fascinante. El Monasterio de Piedra ofrece al visitante espectaculares vistas naturales, alejadas del mundanal ruido y la irritante polución. Un espacio de evasión, disfrute y relax.
Allí nos deleitaron con una exhibición de aves rapaces. Una interesante muestra para acercarnos al mundo de las águilas, los halcones, los búhos y lechuzas y los buitres.
Durante la visita al monasterio, fuimos a formar parte de un grupo del imserso ^+^
De regreso a Zaragoza, degustamos un menú a base de migas con uvas y una curiosa "tarta de fresa" como postre.




Día 3: Provincia de Teruel.
A punto estuvimos de pasar antes por Huesca (para "algunos" queda de camino...).
Nuestra primera parada fue Albarracín, considerado como el pueblo más hermoso de la geografía española; propuesto por la Unesco para ser declarado Patrimonio de la Humanidad.
A través de una visita guiada, conocimos en un par de horas aquel conjunto histórico. Descubrimos que una misma calle es diferente según se suba o se baje, que ninguna de las casas de la localidad tiene habitaciones con cuatro paredes, y que sólo la catedral tiene tejas de colores.
Después de la comida nos dirigimos a Teruel. Visualizar su impresionante casco antiguo, el Torico y la visita del Mausoleo (Amantes incluídos) nos llevó la tarde.
La cena no estuvo nada mal, pero nos la atragantó un agresivo Madrid - Barça. Lo mejor, el postre: helado 3x2.
Es digno de mención el alojamiento en el Seminario; fue toda una experiencia!!




Día 4: El regreso.
La parte nueva de la ciudad no tenía demasiado que ofrecernos. Cogimos carretera de retorno y paramos en Sagunto. Llegamos hasta las ruinas del antiguo castillo romano, caminamos por el paseo marítimo y tomamos algo de sol.
Tras la última comida, partimos de nuevo hacia casa.

De recuerdo traemos fotos, canciones, buen tiempo, muuucha radio y un puñado de risas y divertidos momentos.

No nos tocaron los 35000 euros del cupón pero... repetimos?? ^+^

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