miércoles, 29 de agosto de 2018

Relatos de un viaje

Al fin en casa. Estoy molía, derrotada.
No se puede decir que no hayan sido unas merecidas y aprovechadas vacaciones.

Atrás dejamos días de largas caminatas y horas de coche. Carreteras con serpenteantes curvas y acantilados de vértigo. Bosques de selva y calor; mucho calor y humedad.
Y todo ello en la mejor compañía. Aquellos a quienes más quiero y aprecio.

Ha sido un entretenido paseo por el norte de España. Era la primera vez que pisaba aquellas tierras.
No puedo decir más que estoy gratamente sorprendida.

Sorpresa y agrado a partes iguales. Por la belleza de tan diversos parajes, el clima y sus gentes. Por el recibimiento que hemos tenido y por la apertura de mente, que - a ratos- dista mucho de la del Sur.

Nuestra ruta comenzó en Burgos. Sí, de donde el queso fresco. ¡Qué maravilla de ciudad!
Allí fue el único sitio donde verdaderamente tuve la sensación de haber pisado el norte. A nuestra llegada llovió, tronó y relampagueó. Por poco tiempo, afortunadamente. Al menos a mí, me dio un respiro en tan bochornosa tarde de julio.

Paramos en el hostal Bezana. Exquisito trato y atención. La habitación doble era bastante amplia y muy bien insonorizada (imprescindible para la noche que pasamos, pues se celebraba el final de las fiestas y hubo conciertos cerca y fuegos artificiales, con lo que eso me estresa).

Paseamos por el casco histórico, ¡qué belleza de catedral!, el paseo del espolón, el río Arlanzón. Ahí tuvimos tiempo incluso para pegarme un buen remojón.




Y de baños y chapuzones ha ido también la cosa, porque no he escatimado en zambullirme en ríos y pozas; en saltar desde los espigones de la playa.

Tras la visita exprés a Burgos, tomamos rumbo a Bilbao. Raquel muy amablemente nos hizo sentir como en casa en su Hostal Zubia Urban Rooms. Se deshizo en elogios, sobre todo hacia mí. No sabía que mi pelo pudiese generar tantas pasiones ^+^

Nos recomendó buenos sitios de pintxos y dulces. (No dejéis de probar las delicias de Holy Bubbles o los helados en Gelati! Gelati!)



De Bilbo destacaría sus parques. Es fácil correr libremente por alli, sin nadie que se sienta molesto o incómodo con nuestros juegos y carreras.



Además, parece que no somos mucho de entrar a ver sitios. Nos gusta más el pateo, la vida en la calle. ¡Por mí estupendo!




He podido fotografiarme en los exteriores del Guggenheim y he conocido a Puppy ¡que es grandísimo!




Con hambre tampoco nos hemos quedado. Hemos comido muuuuy bien; especialmente Jose, quien algo me dejaba caer cuando le ponía ojitos.

Gran parte del viaje ha sido coche. De rutilla por la costa.
Hemos pisado Guetxo, Sopelana, Plentzia, Bermeo, Leikitio, Guernika, Zumaia y San Sebastián. Espectaculares todos.

Lo que no puedo olvidar es la odisea para llegar a San Juan de Gaztelugatxe; me canso de sólo pensarlo. ¡Vaya recorrido zigzagueante! Muchos lo conocen por ser escenario de alguna secuencia de la serie Juego de Tronos. De cualquier modo, y pese a lo agotador de la caminata, merece muchísimo la pena hacer el esfuerzo.




Otro lugar digno de mención ha sido el bosque de Oma o "Bosque Pintado", un espacio lleno de magia y color que te ofrece una maravilosa panorámica de la arboleda, con diferentes vistas según la perspectiva desde la que se mire.



Nuestro último día en el País Vasco lo dedicamos a conocer San Sebastián. Ni que decir tiene que fue insuficiente para poder disfrutar plenamente de una ciudad tan atractiva y excitante.
Ya sé de una que tiene que volver a pisar aquellas tierras...

Aluciné con la increíble obra arquitectónica de Chillida, el Peine del Viento, con la playa de la Concha -que tanto sale en la tv-, y con el pórtico de la Catedral.



Ya de vuelta al sur hicimos parada en Soria. Fue una visita rápida y apresurada, pero dedicamos el tiempo suficiente a conocer a la persona -quizá- más característica y pintoresca de la ciudad, a trasponer hasta la ermita de San Saturio y, a mí, a hacerme unos anchos por el río Duero. A Elena no le hizo mucha gracia esto último, pero es que cuando el agua llama... o el río suena... ¡allá va Kenya!

En fin, me dejo muchas cosas en el tintero, y más experiencias inéditas por relatar.

Ahí lo dejo. Os animo a viajar y a ser vosotros mismos protagonistas de vuestras historias.

¡Ah! y pueden acompañaros vuestros humanos. Suelen portarse bien y les dejan entrar en todos sitios :)



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